martes, 30 de junio de 2015

Educar desde la cama. El colecho.

Siempre que comento que mi hija duerme con nosotros recibo la misma respuesta: ya estás perdida, luego no la vas a poder pasar a su cuarto. Y variaciones varias.
Lo curioso es que ninguna de esas madres ha practicado nunca colecho, así que ¿cómo saben que no podré?.
Se escucha, se dice, se comenta que... PAMPLINAS!!, por no decir gilipolleces, que una es muy educada escribiendo en público.
Para mí el colecho es una forma más de educar a mi hija, de que sepa que siempre estamos ahí, y una forma muy cómoda de darle el pecho por las noches si se despierta.

Mi hija duerme conmigo desde el primer día en el hospital.
Las dos semanas que estuvo ingresada luego también durmió conmigo y con sus vías y sus gafas de oxígeno, todos en compaña, pese a la insistencia de las enfermeras de que la dejase en su cuna.

Conmigo la niña descansa. No es que se duerma, es que desconecta completamente y ya puede pasar un tren, tirar una bomba a su lado o el mayor terremoto de la historia que a ella plin.
Y lo más importante, también descanso yo. La tengo a mi lado y eso me relaja, sé que voy a sentir cada movimiento y cada respiración que haga.

Esto se traduce en que las dos pasamos una buena noche de descanso y luego tenemos un día maravilloso por delante.

Y sobre el tema de pasarla a su cuarto el día de mañana... Pues ya veremos qué pasa. De momento no conozco a ningún niño de 15 años que duerma con sus padres.

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